El
origen de este linaje (ver Linaje de Salazar),
según nos refiere Lope García de Salazar en sus Bienandanzas
e Fortunas comienza así: Un caballero de los godos -que llegaron a
Santoña y que se establecieron en la costa y en Castilla-, vino a residir
a Salazar. Tuvo dos hijos, de los cuales el menor fue a vivir a Tovar, de donde
vienen los del linaje de dicho nombre. En cuanto al hermano mayor, sigue refiriéndonos
Lope García, quedó en Salazar donde vinieron sucediéndose
hasta llegar a Lope García de Salazar.
Este
tuvo tres hijos: Gonzalo García, García López, y Lope
de Salazar. De este último dice que siendo mancebo quiso su padre que
fuera iniciado en las ciencias eclesiásticas «por alcanzar dignidad
en ella». Muerto el padre, se fue a una reunión familiar con sus
hermanos, durante las fiestas de Navidad. En tal circunstancia salió con
ellos a una cacería, y habiéndoseles perdido de vista un halcón,
se internaron por los montes y bosques de la comarca y fueron a parar a la localidad
de la Cerca, donde vivía don Martín Ruis, hijo de Fernando
Ruis de la Cerca, descendiente de uno de los caballeros godos llegados allí.
Habiéndose identificado ellos también como tales, fueron invitados
a su casa donde se les obsequió con una cena. Fue en esta ocasión
que una hija quedó enamorada del dicho caballero «que era de diezinueve
años e mucho lozano e fermoso». Enamorado él también
de ella «durmió con ella secretamente, e quedó ella preñada».
Y sigue el mismo autor «e porque las cosas fechas no pueden ser luengamente
escondidas», enterados de los hechos los dos hijos bastardos de Don Martín
Ruis, que vivían en casa, salieron en persecución de los tres hermanos
y mataron al más joven, respetando en cambio a los dos mayores. Vueltos
a casa quisieron matar a la hermana, pero intervino el padre «prometiéndoles
de llevarla a un convento de monjas». Pero, al tiempo que la llevaba advirtió
a los tres hermanos que había quedado embarazada de aquél que ellos
habían matado. Esta circunstancia fue del agrado del padre pues no había
tenido hijo legítimo que le heredase.
Al
hijo que nació se le puso el nombre de Lope García, como
su abuelo de Salazar y fue criado por Martín Ruis «e salió
muy grande de cuerpo, y valiente, esforzado». Más tarde hallamos
a este mismo Lope en la corte del rey en la ciudad de Toledo con Martín
Ruis, cuando llegó un moro desafiando a quien quisiera a una lucha individual.
No presentándose nadie, pidió Lope García al rey la gracia
de aquella lucha a cuerpo con el moro. La lucha duró de la «tercia
hasta las vísperas». Mató al moro, al que luego cortó
la cabeza, y arrancó el escudo que el moro llevaba y que era colorado y
con trece estrellas. Pidió al rey la posesión del escudo, gracia
que obtuvo para sí y para su descendencia. Fue este mismo Lope García
quien heredó el solar de Salazar «porque sus tíos no tuvieron
hijos legítimos». Asimismo heredó la casa de la Cerca por
aquel Martín Roys, su abuelo, dejando las armas de Salazar por las trece
estrellas doradas sobre fondo colorado como llevan todos los que le sucedieron...
Según refiere en su libro,
Lope García de Salazar tuvo ciento veinte hijos de los que el primero,
Juan Lopes de Salazar, lo tuvo de una moza, siendo el padre un mozo de
quince años. Este Juan Lopes llegó a ser prestamero de Vizcaya y
casó con doña Inés, hija de Diego Pérez
de Muñatones. En tal ocasión recibió de su padre el solar
de San Cristóbal como casa de residencia. Pero no pareciéndole buen
lugar, buscó manera de establecerse en Somorrostro por consejo de su padre
y mandó construir la casa solar de San Martín.
Allí
nació el único hijo Juan Sánchez de Salazar. Muerta
la mujer, y siendo él viejo, tuvo hijos bastardos, entre los que hay que
mencionar a Lope García de Salazar, que casó en Siones de Mena,
donde siguió la descendencia de los Salazar de dicha localidad. En cuanto
al hijo legítimo, Juan Sánchez de Salazar, valiente y esforzado,
casó con doña María Sánchez, hija de Fortún
Sánchez de Zamudio de Susunaga, quedándose con las rentas del
solar de Muñatones.
De este
matrimonio nacieron siete hijos. Uno de éstos se casó con una descendiente
de los Murga y se establecieron en los Campos donde siguió su descendencia.
Otro hijo casó con la hija de los Escalante el Ciego, y se establecieron
en Montano. De las cuatro hijas que tuvo, la mayor casó con Garci Sánchez
de Otañes. Otra, casó con un descendiente de Castillo, y otra con
Juan Galíndez de Terreros, donde siguieron los descendientes. Finalmente
doña Teresa casó en palacio con Martín Sánchez de
Gordejuela. El hijo mayor, Ochoa de Salazar, casó con doña
Teresa de Muñatones heredera de la casa de Muñatones, y obtuvieron
la casa de la Sierra, y todas las herencias de monasterios de San Julián
y de San Román, Santa Juliana del Arenado, Aseñas de Somorrostro
y todo lo que había sido de su padre (de ella). Además de todo ello,
este Ochoa de Salazar obtuvo del rey seis mil maravedíes y la prebostad
de Portugalete. Compraron herencias en los solares de San Martín, como
también las aseñas de Achuriaga, el solar de Garay, aseña
de Valdevea, de Sancho Martínez de la Pedrisa, así como la torre
de Achuriaga.
De sus siete hijos,
uno se estableció en Garay donde siguen los descendientes. Otro casó
en Portugalete. Otro se fue y se estableció en Nápoles. Otro casó
en Retuerto donde dejó descendencia. Furtún Sánchez se estableció
en Ontón. De las hijas, una, doña Mencia, casó con un descendiente
de los Murga. El tal Ochoa volvió a casarse con doña María
Sánchez de Zurbarán, de la que tuvo varios hijos.
Al
mayor de ellos [es decir, a Ochoa de Salazar] le sucedió su hijo, Lope
García de Salazar, que heredó las casas de la sierra de San
Martín y los monasterios de San Julián etc... Casado con la hija
de Gonzalo Gómez de Butrón, tuvo seis hijos que se unieron
con las casas de Mendoza, Salcedo, Traslabiña, Vallejo, Otañes,
Zaualla, etc. Muerta su mujer, tuvo otros hijos bastardos. Obtuvo la mitad de
San Vicente de Baracaldo, San Llorente de Virbuxillo, San Miguel de Aedo, San
Andrés de Vianes de Carranza, así como los marzos y mortueros de
Sopuerta, Galdames, Somorrostro y la Alcaldía de Sopuerta. Compró
la merindad de Castro, que se encontraba en merced del rey y la «asentó
en tierra en los libros de Vizcaya». Hizo las ferrerías y casas de
Carranza, compró las casas Yslares, la torre de Vitoria, viñas,
etc. Hizo construir la casa torre y palacios de San Martín, como las ferrerías
de los vados, molinos y caminos. Acrecentó los precios de las minas según
su valor, defendió los derechos de la Prebostad de Portugalete y la defendió
ante el Concejo de Bilbao.