De la Luisiana a la Nueva España
La Historia de Juan Bernardo Domínguez y Gálvez (1783-1847)
(por Víctor Cano Sordo, México, D.F., 1999)

CAPÍTULO VIII
La Lucha por los Ideales (1828-1837)

Estando al frente del 4º Batallón Permanente en la ciudad e México, el coronel Domínguez se enfrenta con la compleja realidad política de los primeros años de la República. Las logias masónicas buscan el poder y dividen a los mexicanos. Juan Bernardo trata de no meterse en enredos partidistas y se deci-de pedir un permiso de retiro en 1829 para trasladarse a vivir a Querétaro, donde tendrá, a partir de entonces su residencia habitual. Sin embargo, las circunstancias y su lealtad a los «hombres de bien» -como don Luis de Quin-tanar- y a sus ideales cristianos, le llevará a tener que luchar y a participar en diversos pronunciamientos que incluso le llevarán al destierro en 1833.
En este capítulo veremos cómo se desarrollaron esas luchas de Juan Bernardo en el marco de la historia de México, durante los años que van de 1828 a 1837.

1. «Mi voto para Presidente…» (1828)

En mayo de 1828 don Juan Domínguez, coronel del 4º Batallón, publicó un folleto que se titula «Mi voto para Presidente y Vice-Presidente de la República»1.
La situación política de México había cambiado mucho en pocos años. La preponderancia de los masones escoceses había sido sustituida por las logias yorkinas, más afines a la masonería norteamericana.
Los yorkinos -que como recordamos eran los federalistas y estaban aliados en 1824, en su lucha por el poder, con los iturbidistas como Quintanar y Bustamante- desplazaron pronto a los partidarios de los escoceses -los cen-tralistas como Bravo, Negrete, Echávarri y don Lucas Alamán, por ejemplo- y pusieron en los puestos de mando a personas que habían estado presas poco antes, como Quintanar y Bustamante.
En 1828, Luis de Quintanar era presidente del Supremo Tribunal de Guerra y Marina, y don Anastasio Bustamante sería pronto -en enero de 1829- designado como vicepresidente de la República, siendo Vicente Guerrero el segundo presidente de México.
El 8 de mayo de 1828, por medio de un oficio, don Luis de Quintanar -en calidad de presidente del Supremo Tribunal de Guerra y Marina- citaba al coronel del 4º batallón Juan Domínguez, a que se presentara al día siguiente en la sede del Tribunal (la antigua Inquisición) a las once en punto.
Más tarde, el coronel Juan Domínguez expondría por escrito su inconformidad con el Tribunal por haberlo citado sin jurisdicción sobre él, ni motivo justificado. Al parecer la causa de dicho requerimiento fue una denuncia que hicieron dos vocales del Tribunal -los señores Torres Torrija2 y Ayestarán-, alegando que el coronel Domínguez no había estado presente en dos visitas que hicieron al cuartel de su batallón. Juan Domínguez explica las razones por las que no pudo atenderlos y da cuenta de la conducta insolente de los voca-les.
Después, transcribe algunos oficios en los que se refiere a la petición que hace al ministro de Guerra, don Ignacio de Mora, y la respuesta de éste concediéndole la razón.
Hay algunas frases especialmente significativas en el folleto, que conviene analizar. Por ejemplo:

«Cumplí exactamente con la cita y no así los señores vocales que fueron llegando con mucha posterioridad a la hora prevenida....»3.

En esta frase vemos un rasgo definido del carácter de Juan Bernardo. Se puede observar que era un hombre responsable y cumplidor.
En la siguiente frase notamos que el coronel Domínguez tenía una posición económica desahogada por la dignidad con la que vivía en el cuartel:

«El que yo viva en el cuartel, y que tenga una habitación decente con suficiente ajuar para recibir a la corporación no debe servir de regla general...»4.

También, de esta frase, podemos sacar la conclusión de que María Ignacia no vivía con él en México, en esa época. En ese momento tenía ya tres niñas pequeñas que cuidar y prefería permanecer en San Juan. Desde octubre del 27 hasta mayo del 29 estaría Juan Bernardo alejado de su familia.
Analicemos ahora el siguiente comentario:

«Sólo sí diré que nacido en las orillas del golfo mexicano sin haber pasado el canal de Bahama, mis cortos méritos en la causa de América son enteramente desinteresados, y que persisto con el más puro entusiasmo, no obstante la excepción que me priva de aquellas esperanzas que aunque remotas, halaga-ban el corazón y soplan el fuego del entusiasmo; mi filosofía busca razones en otros principios, y estos me tranquilizan en que no debo tener envidia al Sr. Ayestarán»5.

Ante el peligro de persecución a los españoles que era particularmente amenazadora en esos momentos, Juan Bernardo deja claro su origen americano. Además manifiesta su optimismo permanente, aún en momentos difíciles como los que pasaba en esa ocasión. Menciona también «su filosofía que busca razones en otros principios». ¿No se referiría quizá, con esta frase, a los principios de su fe que le llevan a tener un talante positivo y esperanzado y le impiden indignarse contra la injusticia cometida sobre su persona? Más a-delante dice:

«Ha llegado a tal extremo la maquinación de un hombre que pretende imperar en el Tribunal, que ha introducido frialdad entre mi familia y la del presidente de la corporación general D. Luis Quintanar, con quien estoy relacionado, haciéndole creer que particularmente lo he ofendido....»6.

El hombre a quien se refiere Juan Bernardo era José Joaquín de Ayestarán, que fue diputado por México en las Cortes de 1820 y 217 y luego tuvo mando de cuerpos a partir de julio de 1823. Era «mejicano nacido en Cuernavaca, en donde estaba bien emparentado»8. Alamán lo pone como ejemplo de masón yorkino, pues, dice:

«habiendo quebrado con la caja del batallón número 11 el coronel Ayestarán, se mandó para pasarle revista al coronel D. Juan Codallos, quien encontrando efectiva la quiebra, abrió sumaria contra Ayestarán. Este se entró yorkino, y no solo logró que no se le siguiese la causa sino que hizo se le formase á Codallos, el cual no encontró otro medio para librarse de aquella persecución que entrar también yorkino, y así se precipitó a su ruina un excelente oficial, cuya suerte fue después bien desgraciada, siendo fusilado el año 1831»9.

En aquellos años el poder de los yorkinos iba en aumento. Con motivo de la conspiración en la que se hallaban comprometidos dos religiosos españoles -que luego fueron fusilados- y algunos militares españoles, el 22 de marzo de 1827 el ministro Pedraza, yorkino y antiespañol, había mandado apresar a Negrete y Echávarri (en Acapulco y Perote respectivamente).
El 10 de mayo de 1827, se había declarado que ningún español por nacimiento podría ejercer cargo ni empleo eclesiástico, civil o militar hasta que el rey de España reconociese la independencia de México. Juan Bernardo no aparece en la lista que proporciona Alamán de los principales españoles afectados10. El 20 de diciembre de 1827 habían sido expulsados a todos los españoles del país, entre otros a Negrete y Echávarri (éste último murió en Estados Unidos en 1835).
Alamán manifiesta su gran pesar por la injusticia que se cometió contra estos militares:

«Los nombres de Negrete y Echávarri están ya casi olvidados: lo están también los de Quintanar, Cortazar y Parres, todos los cuales han muerto, y lo será pronto el de Bustamante, único que queda de los jefes distinguidos del ejército realista que proclamaron el plan de Iguala: nunca se oyen estos nombres en las oraciones cívicas en loor de la independencia, y sin embargo, estos generales, con Bravo, Filisola, Herrera y Santa Ana, son los que la hicieron, sin haber obtenido, los que de ellos han fallecido, los honores que les eran debidos»11.

En este comentario se observa claramente la posición política de don Lucas Alamán, uno de los hombres que, en esa época, hicieron más por México. Así lo reconocen actualmente incluso quienes disienten de sus ideas políticas, sociales y religiosas.
Pero veamos qué sucedió con Juan Bernardo y su familia en el momento en que terminaba su período presidencial Guadalupe Victoria y habían sido elegidos como presidente y vicepresidente de México don Vicente Guerrero y don Anastasio Bustamante.

2. De México a Querétaro (1829)

A mediados de 1828 la familia Domínguez Quintanar estaba constituida por cinco miem-bros: Juan Bernardo -que vivía en el cuartel del 4º Batallón en México-, y María Ignacia con sus tres hijas -Mercedes, Consuelo y Soledad- que tenían su residencia en la casa solariega de San Juan. Además, María Ignacia esperaba su cuarto hijo.
Los dos esposos estarían deseando poder reunirse de nuevo. Aunque Juan Bernardo haría viajes frecuentes a San Juan, desde la época de la Independencia, los sucesos políticos habían impedido que pudiera vivir con su familia.
Juan Bernardo estaba deseando que surgiera la oportunidad de un traslado a Querétaro para hacerse cargo del mando militar de algunas de las tropas de esa plaza. Se daba la circunstancia de que don Luis de Quintanar había sido designado comandante militar de esa plaza. En efecto, en su expediente militar se conserva una carta fechada el 10 de diciembre de 1828, por la que la Secretaría de Guerra y marina manda al general Quintanar dejar el mando de las armas del Estado de Querétaro al coronel Codallos12. Juan Bernardo había sido defensor de Codallos en la demanda que le había hecho Ayestarán. Juan Bernardo lo explica así en su folleto de 182813:

«El resentimiento del Sr. Ayestarán dimana de que el coronel Codallos me nombró para su defensor. Procuré excusarme conociendo que no podía defender a un compañero sin agriar a otro. Pero al fin fue necesario ceder, y razones de algún peso me decidieron a coadyuvar se pusiesen en corriente los méritos de un jefe que es de la mayor utilidad al servicio de la patria. Efectivamente se ha verificado, y tengo ocasión de congratularme por todos los buenos efectos que ha producido mi objeto al admitir la defensa a un honrado militar, a un amante esposo y virtuoso padre de familia».

La presencia de Luis de Quintanar en Querétaro a fines de 1828 era un buen motivo para Juan Bernardo e Ignacia desearan reunirse con él. Además, en esa ciudad residían algunos familiares y conocidos originarios de San Juan. Era la capital del estado y tenía mayores posibilidades para la educación de los hijos.
Juan Bernardo y María Ignacia aprovechan esa posible oportunidad para cambiar su residencia y establecerse por unos años en Querétaro. Mercedes, Consuelo y Soledad podrían, en poco tiempo, comenzar su educación primaria.
Habiéndose ya establecido María Ignacia en Querétaro, durante el año de 1828 nació su primer hijo varón, Juan Otón. Juan Bernardo continuaba en México con la esperanza de reunirse pronto con su familia.
Al fin, viendo que no conseguía su traslado y quizá inconforme con el cambio político que traía consigo la designación de Vicente Guerrero como presidente de la República, pidió formalmente, por segunda ocasión en su carre-ra militar, un permiso de retiro, que le concedieron el 11 de mayo de 1829.
Dos meses antes, el 12 de marzo de 1829, recibió un premio concedido por el general Bustamante, a la sazón vicepresidente de México.
En sus hojas de servicio posteriores a esa fecha se le considera como coronel retirado desde ese momento hasta el 6 de febrero de 1835, fecha en que fue nombrado coronel del Batallón Activo de Oaxaca.
Así fue cómo Juan Bernardo y María Igna-cia volvieron a reunirse en Querétaro, en donde establecerían su domicilio a partir de ese momento.
En Querétaro había un batallón activo y dos batallones de milicias cívicas locales14. Pero cuando llegó Juan Bernardo a esa ciudad a principios del 29, lo hizo en calidad de coronel retirado.
Juan Bernardo estuvo residiendo en Querétaro en dos etapas: la primera fue de principios del 29 a junio del 33. La segunda de principios del 37 a marzo del 39.
Su desempeño como militar en Querétaro estuvo muy ligado a la carrera política de don José Rafael Canalizo, gobernador del Estado en tres ocasiones (1829; 1832-1833; 1834-1837), y también a la de don Manuel López de Ecala, gobernador de Querétaro de 1830 a 183215.
Canalizo había nacido en Monterrey en el año de 1795 y falleció en México en 1840. Participó en la guerra de la Independencia. En 1828 lo vemos en Querétaro con el cargo de teniente coronel. Ese año era comandante de los dos batallones de milicias cívicas locales que había en Querétaro.
En 1829 es ascendido al grado de coronel y promovido al cargo de comandante militar del estado. Desde 1829 hasta 1837 -justo en los años en que Juan Bernardo reside en Querétaro- se dedicó a la vida política en el estado.
Su primer período como gobernador de Querétaro va desde el 24 de agosto de 1829 al 23 de diciembre de ese mismo año, fecha en la que es destituido de su cargo con ocasión del Plan de Jalapa al que, como veremos, se adhirió en la ciudad de México don Luis de Quintanar y también don Juan Domínguez. En su lugar es nombrado gobernador de Querétaro don Manuel López de Ecala (fallecido hacia 1850), que gobierna desde el 1º de junio de 1830 hasta el 30 de noviembre de 1832.
Durante los años de Querétaro nacerían cuatro de los ocho hijos de Juan Bernardo y María Ignacia: Juan Otón (ca. 1828), Manuel (6-VIII-1830), Ángel16 (2-X-1831), y Refugio (ca. 1836).
Por su partida de matrimonio17, sabemos que el 14 de septiembre de 1855 Juan Otón tenía veintisiete años de edad, y que había nacido en Querétaro. Según este dato fu fecha de nacimiento habrá que buscarla entre el 14 de septiembre de 1827 y el 14 de septiembre de 1828.
Mientras la familia Domínguez Quintanar, ampliada con el nacimiento de Juan Otón, en 1829 vivía su primer año de vida queretana, en México, Luis de Quintanar volvía a intervenir en la política del país y llegaba a ocupar nuevamente un puesto importante al lado de su inseparable amigo el general Anastasio Bustamante.

3. El Plan de Jalapa (1829)

Bustamante -que era a la sazón vicepresidente de la República- era yorkino, pero ante la actitud desleal y doble de Guerrero, que era el presidente, se separó de ellos uniéndose a los escoceses. Entonces, el 23 de diciembre de 1829, proclamó el Plan de Jalapa contra Guerrero, con motivo del peligro de invasión a Veracruz por parte de Isidro Barradas. En México, el levantamiento estuvo a cargo de Quintanar, en la noche del 22 al 23 de diciembre de 1829.
En esta acción estuvo presente también Juan Bernardo. Es probable que el mismo Luis de Quintanar le haya pedido que se trasladara de Querétaro a México para ayudarle en este delicado asunto. Aunque pudieran ambos pu-dieran tener diferentes enfoques políticos, los dos estaban de acuerdo en apoyar a don Anastasio Bustamante, a quien conocían bien y estimaban como un militar leal y valioso.
Aprovechando la ausencia de Guerrero, que había salido de la capital para enfrentarse con Bustamante en Veracruz, Quintanar se pone al frente de la guarnición de la plaza de México. La proclama del Plan de Jalapa apareció fijada en todas las esquinas de la ciudad de México, la mañana del 23 de diciembre de 1829. El texto decía lo siguiente:

«Habiendo reclamado la patria los servi-cios de sus hijos, en los males que sufría y cuyo colmo amarga la entera disolución del pacto social, me puse a la cabeza de la guarnición de esta capital, que pronunciada la noche de ayer, por el plan del Excmo. señor Vicepresidente de la República, hizo inútiles los es-fuerzos del gobierno ilegal, para defenderse desde Palacio. Así que después de algunas horas de tiroteo, se rindió a la fuerza de la ley y del orden; no habiéndose alterado la tranquilidad pública en ningún sentido. Tal suceso me anima a comunicárselo a V. para su inteligencia, acompañándole el Manifiesto y Acta que se ha formado al intento. Advirtiéndole a V. que queda restablecido el gobierno que designa la ley, para el caso presente. México 23 de diciembre de 1829.- Luis Quintanar»18.

Ayala precisa que, inmediatamente, Quintanar

«comenzó a obrar con suma energía, en los momentos más críticos por los que atravesaba la Ciudad. Ordenó al Capitán Escalada que atacara la Ciudadela, tomándola sin disparar un sólo tiro, arrestando a los Coroneles Balderas y Espinosa. Con el mismo éxito sorprendieron al Edificio de la Acordada. El asalto a Palacio no fue tan fácil, pues tuvo aviso la guardia y se preparó. Hubo un nu-trido fuego de artillería por el Palacio, por lo que los defensores tuvieron que poner la bandera blanca, dando facilidades a las fuerzas de la General Quintanar, para que penetraran al interior del Palacio, dominando con esto la situación que prevalecía»19.

El Gobierno quedó constituido por Pedro Vélez, presidente de la Suprema Corte, Luis de Quintanar y Lucas Alamán. Por esta razón se incluye a Luis de Quintanar siempre en las listas de los presidentes de la República.
Sobre Alamán recayó en la práctica el gobierno del país pues Vélez era lento e indeciso para el despacho de los negocios administrativos y Quintanar estaba siempre deferente a lo que don Lucas proponía.
Don Anastasio Bustamante comenzó a ejercer el poder, sustituyendo a Guerrero, el 1º de enero de 1830. El partido que comenzó a gobernar estaba compuesto por restos de los escoceses (o centralistas, como don Lucas Ala-mán) y de toda la gente respetable que había entre los yorkinos (o antiguos iturbidistas aliados con los federalistas, como era el caso de Quintanar y del mismo Bustamante), y comenzó a llamarse «de los hombres de bien»20.
Don Lucas Alamán relata así su primer encuentro con el general Quintanar:

«Yo no conocía personalmente a Quintanar, pues cuando volví de Europa estaba en Jalisco y después no había tenido ocasión de verlo, habiendo estado en partidos contrarios. El aspecto de este general era noble: su estatura era aventajada aunque cargado de espaldas, su rostro tan blanco y encendido de color, que más parecía alemán que mejicano, aumentando la dignidad de su semblante sus cabellos enteramente canos. Sus modales y lenguaje eran ásperos, como que había pasado su vida en campaña. Luego que me vio en-trar en el salón del palacio, se dirigió a mí abrazándome, me dijo con alusión a los partidos opuestos en los que habíamos estado: "Contra estos malvados, todos somos uno"»21.

Don Lucas tenía más bien tendencias centralistas, aunque nunca perteneció a la masonería. En cambio, Quintanar era iturbidista y había estado aliado -como su gran compañero Bustamante- con los federalistas yorkinos. Por eso dice Alamán que habían estado en partidos contrarios. Sin embargo, ante la maldad que se había visto en México entre los políticos durante los últimos años, estos dos «hombres de bien» se reconocían mutuamente como amigos y compartiendo los mismos ideales.
Don Luis de Quintanar solicitó la comandancia de Guadalajara, pues la legislatura de Jalisco había pedido que se designara a Quintanar para ese cargo, sin embargo, el 23 de enero de 1830 don Anastasio Bustamante pre-firió designar a su viejo amigo como comandante general del Distrito y el Estado de México22.
Veamos ahora que sucedió con Juan Bernardo en ese importante momento histórico.
Una hoja de servicios del año 1835, dice escuetamente que don Juan Domínguez y Gálvez,

«estando en calidad de coronel retirado, se adhirió al pronunciamiento de la guarnición de la ciudad de México por el plan de Jalapa y fue encargado de la Comandancia General de México hasta el 27 de diciembre de 1829»23.

Durante cuatro días Juan Bernardo desem-peñó lo que sería una de sus mayores responsabilidades en su carrera militar.
El 27 de diciembre de 1829 fue encargado de la Comandancia de Querétaro.

4. Comandante en Querétaro (1830-1831)

El general don Anastasio Bustamante, gobernó el país, como vicepresidente, del 1º de enero de 1830 al 14 de agosto de 1832, casi en continua guerra civil. Y, sin embargo, llevó a cabo un próspero resurgimiento nacional. Se cubren los gastos y se pagan las deudas. Se restablece el crédito exterior. Las fronteras quedan bien resguardadas y en seguridad los caminos. Se disciplina el ejército. Las vacantes en las diócesis son provistas con acierto. Se destituyen los gobernadores incompetentes y son cambiadas las legislaturas de muchos estados. El Senado colabora eficazmente con el Ejecutivo24.
Guerrero -presidente legítimo de la República para el período 1828-1832- fue fusilado, por conspiración contra la patria, a principios de febrero de 1830. Y Bustamante se dispuso a continuar gobernando el país como vicepresidente de la República.
No sabemos qué cargo tendría Quintanar en el gobierno de Bustamante. Pero seguramente sería un puesto de importancia, por la amistad tan grande que les unía.
En cambio, de Juan Bernardo Domínguez, sabemos que ocupó el cargo de comandante militar de Querétaro, desde el 27 de diciembre de 1829 hasta el 17 de abril de 1831.
El 6 de agosto de 1830, siendo Juan Bernardo comandante de Querétaro, nace Manuel, su quinto hijo. Fue bautizado en la parroquia de Santa Ana. Juan Bernardo e Ignacia vivían en la calle del Tesoro, en el barrio de Santa Ana. El texto de la partida es el siguiente25:

«En la iglesia parroquial de Santiago de Querétaro, a ocho de agosto de mil ochocientos treinta, día en que se juró por patrona particular de este estado a la Soberana y Portentosa imagen de Nuestra Señora del Pueblito. El Sr. Br. D. Manuel Borja González, clérigo presbítero de este arzobispado, con mi licencia, bautizó solemnemente a un infante de tres días de nacido, a quien puso por nombre Justo Manuel José Pedro Regalado de Alta Gracia, hijo legítimo y de legítimo matrimonio del Sr. Comandante General de este estado D. Juan Domínguez, natural de La Habana y de doña Ignacia Quintanar, originaria de San Juan del Río y ambos vecinos es esta feligresía de Santa Ana de mi cargo en la calle del Tesoro. Fue su padrino el Excmo. Sr. Vicegobernador de este estado D. Nicolás María Baraluce, quien sabe su obligación y parentesco espiritual. Lo que conste lo firmé. Fermín Osores. Manuel Borja González».

La calle del Tesoro -actualmente Avenida Juárez- estaba situada entre la calle de San Antonio y la calle y plazuela del Carmen. Sólo una manzana hacia el sur -la calle de la Alhóndiga- la separaba de la plaza de San Francisco. Estaba situada a dos manzanas del río (calle de Miraflores y calle del Puente).
Ese mismo mes, los días 21 y 24, el coronel Domínguez envió cartas al secretario de Guerra y Marina quejándose de la precaria situación en la que se encontraba el Batallón Activo de Querétaro. El día 27 el secretario de Guerra y Marina escribe al secretario de Hacienda lo siguiente:

«Con repetición tiene manifestado el Co-mandante General de Queretaro con fechas 21 y 24 del actual, hallarse la tropa del Batallón activo de aquella Ciudad completa-mente desnudo y sin tener con qué socorrerla, pues no ha recibido más que la primera quincena de junio, y resintiéndose los indivi-duos que pertenecen a la clase militar, cuando comparan la diferencia y desigualdad de su suerte con los empleados del Estado que hasta el más inferior dependiente de él se halla completamente satisfecho de sus haberes, mientras ellos mendigan su subsistencia. De suprema orden lo digo a Vuestra Excelencia para la resolución correspondiente».

El día 28, el secretario de Hacienda escribe al encargado de la Comisaría de Querétaro, transmitiendo la petición del comandante de Querétaro. Por fin, el día 31 de agosto, el encargado de la Comisaría envía un oficio26 al gobernador del estado trasladando la petición de Juan Bernardo.
A pesar de estas dificultades, Juan Bernardo tendría una buena amistad don el gobernador. Don Manuel López de Ecala pertenecía a una antigua y rica familia queretana. Era un «hombre de bien» y el mejor gobernador de Querétaro de la primera mitad del siglo. Fue nombrado gobernador de Querétaro el 1º de junio de 1830 y mantuvo este cargo hasta el 30 de noviembre de 1932. El 19 de diciembre lo sustituía José Rafael Canalizo, que tenía una tendencia más progresista, pero -como veremos- era también un «hombre de bien».
Todo parece indicar que tanto Canalizo como López de Ecala apreciaban la honradez y el prestigio militar de Juan Bernardo, aunque cada uno tuviera ideas políticas diferentes.
El 17 de abril de 1831, Juan Bernardo es relevado en su puesto. Al terminar el desem-peño de este cargo, vuelve a su retiro.
El poco tiempo que está como comandante de Querétaro nos hace suponer que ha-bía alguna razón de tipo personal o familiar por la que Juan Bernardo prefería estar retirado. Su gestión como comandante en Querétaro quizá se debió a una petición expresa de Bustamante y Quintanar que Juan Bernardo no tuvo más remedio que aceptar. Otra posibilidad es que los motivos de su retiro ha-yan sido de tipo político. Es decir, que haya habido algunos militares que trataban de mantenerlo inactivo.
Unos meses más tarde, nace en Querétaro Ángel María, su sexto hijo. Era el 2 de octubre de 1831.

5. La irrupción del liberalismo (1832 y 1833)

La guerra civil que se habían desatado desde el Plan de Jalapa los que no compartían las ideas políticas de Bustamante dura, como contrarrevolución, hasta mediados de 1831, y reaparece con un nuevo carácter en 1832. En ese año tiene lugar la Revolución de 1832 (de enero a diciembre) dirigida por los progresistas -antiguos escoceses y yorkinos- como Fagoaga, Mora, y especialmente Valentín Gómez Farías, que dan origen a lo que, desde enton-ces, se llamaría «Partido liberal»27.
Bustamante -que se había sublevado contra el gobierno provisional del presidente Múzquiz, en agosto de 1832- firma el 23 de diciembre de 1832 los Convenios de Zavaleta (Puebla), y Pedraza es admitido como presidente legítimo (según la elección invalidada de 1828) para gobernar el país los tres meses que faltaban (de enero a marzo de 1833). Goméz Pedraza hace entrega del gobierno al final de este trimestre.
Las nuevas elecciones favorecieron a los progresistas. Don Antonio López de Santa Anna llegó a ser de esta manera el tercer presidente de la República. Gómez Farías quedó de nuevo como vicepresidente. El Congreso del nuevo periodo presidencial se ocupó preferentemente de la reforma eclesiástico-mi-litar28.
El 15 de enero de 1833 -como ya seña-lamos-, había comenzado a gobernar el país Gómez Pedraza. Ese mismo día, Luis de Quintanar fue nombrado nuevamente presidente del Supremo Tribunal de Guerra, cargo que ocupará hasta el 27 de julio de 183429. Recordamos que ya había ejercido ese cargo en 1828, cuando Juan Bernardo redactó su folleto Mi voto para Presidente y Vice-presidente.
Santa Anna decide dejar el gobierno en manos de su vicepresidente. Durante todo este año (1833) -y especialmente a partir de marzo, en que comienzan las sesiones del nuevo Congreso-, bajo la administración de Gómez Farías se cometieron atropellos continuos. Algunos militares se pronunciaron en distintos puntos de la República protestando contra las leyes antireligiosas que, por primera vez en México, se atrevía a promulgar el Gobierno Federal.
La primera reacción armada fue la del capitán Ignacio Escalada, el 26 de mayo de 1833. Le siguió casi inmediatamente la de los generales Arista y Durán con el título de «religión y fueros», significando con esto la conservación de los fueros eclesiástico y militar.
Los pronunciados, sorprendentemente decidieron primero poner en prisión al presidente Santa Anna en Cuernavaca, y luego hacerlo jefe de la misma sublevación el 11 de junio (Plan de Escalada).
El Congreso decidió perseguir a los insurrectos y terminó expulsando del país a 51 personajes importantes (según la famosa «ley del Caso»).
Bustamante -a quien se privó del grado militar- y Morán, tuvieron que salir del país, lo mismo que muchos de los españoles que aún quedaban. A los que quedaron residiendo en el país, se les exigió el juramento de fidelidad a la República, y de observar sus leyes30.
En el expediente de Juan Bernardo se indica que en 1833 «fue desterrado del estado de Querétaro y confinado en el de Guana-juato»31. El motivo de su destierro quizá fue el mismo que tenían para hacerlo con Bustamante y Morán. En su caso también se añadía su calidad de «español» por haber nacido en La Habana.
También se especifica en el expediente que «desde Guanajuato se adhirió al pronunciamiento de los generales Arista y Durán, volviendo a ponerse a la cabeza del ejército en Querétaro»32.
José Rafael Canalizo había sucedido a Manuel López de Ecala como gobernador de Querétaro desde el 19 de diciembre de 1832. Su gobierno terminó el 27 de junio de 1833, día en que fue apresado por el general Antonio Mejía, pues el 14 de junio, se había pronunciado contra el gobierno de Gómez Farías.
El día en que Rafael Canalizo se pronunció en Querétaro, Juan Bernardo -recién llegado de Guanajuato, y quizá ya de acuerdo con Canalizo- hizo otro tanto en San Juan del Río. Después se dirigió a Querétaro para reforzar la sublevación.

6. Pronunciamiento en Querétaro (1833)

En efecto, a las dos de la mañana del día 14 de junio, el gobernador Canalizo se pronuncia contra las medidas antireligiosas de Gómez Farías, que también apoyaba el vicepresidente del Estado, don Lino Ramírez. Este hombre -que había sido también vicepresidente con Canalizo en el primer período de gobierno (1829)- era quien había introducido la masonería yorkina en Querétaro.
Juan Bernardo estaba, desde hacía algún tiempo, desterrado en Guanajuato, y como coronel retirado33. Pero sus ideales de fe y libertad le impulsan a dirigirse a San Juan del Río para pronunciarse a favor del Plan de Escalada.
Veamos el comentario que hace Ayala del suceso:

«Con motivo del Plan de Escalada, San Juan del Río no quedó al margen de este pronunciamiento. El Plan de Escalada fue proclamado por el Capitán Ignacio Escalada, el 26 de mayo de 1833, dirigido contra los federalistas y liberales. El Acta de Pronunciamiento de la Guarnición de la Villa de San Juan del Río, fue lanzada el 14 de junio de 1833, para lo cual salió una proclama firmada por don Juan Domínguez, don Antonio Gómez Cobo, Capitán don José Antonio Alcántara, Capitán don José Jacobo Sauceda, Capitán don Damián Aguirre, Teniente don Felipe Rodríguez, Teniente Lázaro Gómez, Teniente don Luis Barnedo y Quintanar, Alférez don Antonio Olande, siguen más firmas.
La proclama antes mencionada consta de 5 artículos que se refieren a sostener la Reli-gión Católica de Jesucristo, poner como jefe supremo de la Nación al General don Antonio López de Santa Anna, y respetar las opiniones y propiedades de los individuos.
Por razón de defender la Religión Cató-lica, enarboló este Plan de Escalada la bandera de "Religión y Fueros"»34.

Pero, Juan Bernardo no se conforma con haber encabezado el pronunciamiento en San Juan del Río y decide trasladarse a la ciudad dónde había sido comandante hacía poco tiempo.
Efectivamente, las tropas de Querétaro siguen al antiguo y querido ex-comandante sin dudar, pensando como él que el general Santa Anna estaba al frente de este pronunciamiento. No olvidemos que se trataba de defender, además de los principios religiosos, los privilegios militares que cada día iban socavándose más y más. Todos desconocían que el 18 de junio el mismo presidente Santa Anna había enviado tropas para sofocar la sublevación de San Juan y Querétaro.
Se adhirieron al Plan de Escalada el comandante de la Plaza, el coronel jefe del 11º Batallón y el coronel jefe del Batallón Activo de Querétaro, don Gregorio Gelaty, que años más tarde daría su vida heroicamente en la defensa del Molino del Rey contra los ameri-canos.
De esta manera, una vez llegado el coronel Domínguez a la ciudad de Queretaro, toma el mando de las tropas y el 26 de junio se produce la sublevación militar a favor del Plan de Escalada.
En junio de 1833 -dice Olavarría a manera de resumen- siguiendo el ejemplo de Arista y Durán, «el coronel Domínguez se pronunció también en San Juan el Río de acuerdo con los descontentos de Querétaro, contra el vicegobernador de aquel Estado, don Lino Ramírez». El 18 de junio Santa Anna «envió contra Domínguez al general don Antonio Mejía con mil quinientos hombres, y dispuso que en combinación con Cortazar ca-yesen sus fuerzas unidas sobre Querétaro»35.
El desconcierto de los sublevados sería grande al enterarse de que el general Santa Anna no sólo no apoyaba los ideales que ellos habían defendido, sino que enviaba en su contra al ejército, y los trataba como malhechores. Lo cual contribuyó a que no tuviera éxito la acción y el coronel Domínguez, junto con otros oficiales implicados en la rebelión, fueran puestos en prisión.
El periódico de Puebla «La Aurora de la Libertad» del 2 de julio de 1833, publica la noticia de la sofocación del pronunciamiento de Querétaro36. Era la primera ocasión en la que en la hermosa ciudad se oían descargas de fusilería y se llenaba todo el ambiente de olor a pólvora.
Mejía, informaba más tarde a sus superiores que el mal comportamiento del Batallón Activo de Querétaro, formado por milicianos, le había obligado a disolverlo el 27 de junio, y a incorporar la tropa al Primer Batallón Activo de México. Además solicitaba que los desertores fueran, como castigo, aprehendidos y destinados al Cuarto Batallón Permanente37.
En el expediente militar de Juan Bernardo se consigna el dato de que el mismo 27 de ju-nio fue hecho prisionero y desterrado fuera de la República.
En esta ocasión se pusieron a prueba los ideales de Juan Bernardo, su «Filosofía», como dice en el mismo en el folleto que escribió en 1828. Aunque se jugaba la vida, no dudó en acudir a las armas cuando se ponían en tela de juicio cosas tan sagradas para él como su religión y su fe.
En ese mes de julio de 1833 muchos mexicanos se dieron cuenta del gran peligro que traía consigo el liberalismo en la sociedad. Muchos de ellos, como Juan Bernardo, eran amantes del progreso y la libertad, pero no a costa de la verdad.
Los sucesos de Querétaro habrán constituido para Juan Bernardo una dolorosa experiencia.
Un largo año pasaría Juan Bernardo fuera de México. Nos lo imaginamos en La Habana. Es probable que aprovechara su salida forzosa del país para visitar a sus hermanos Desiderio y Bernardo que tenían, ya entonces, una familia numerosa en la isla del Caribe.

7. Vuelve Santa Anna (1834)

A lo largo de todo el año de 1833 continuaron los pronunciamientos y las represiones del Gobierno Central. El descontento era general, especialmente en el ejército.
El 24 de abril de 1834 -casi un año después de que Juan Bernardo había sido desterrado- Santa Anna decide poner fin a los atropellos de Gómez Farías y reasume la presidencia de la República. A partir de entonces, se puede decir que se vislumbra ya el comien-zo de una nueva época.
Se decide la convocación de un nuevo Congreso (1835) y se restablece el centra-lismo. Durante más de diez años (23 de octubre de 1835 al 6 de octubre de 1841 y del 1º de enero de 1844 al 22 de agosto de 1846) se constituyeron en México las llamadas «Repúblicas centrales» ideadas por los antiguos esco-ceses y los conservadores como solución a todos los problemas que tenía el país.
Por otra parte, el 9 de septiembre de 1835, el Congreso General Ordinario de la Nación, formado por centralistas, se declara investido de poder y facultado para hacer una nueva constitución. Efectivamente el 23 de octubre de 1835 se dictan unas bases constitucionales y en diciembre de ese mismo año se dicta la primera de las siete leyes que formarían la Constitución centralista de 1836.
Esta nueva Constitución proviene del partido conservador de Lucas Alamán, que beneficiaba a los militares y a la Iglesia.
En Querétaro, aparece otra vez en primer plano la figura de José Rafael Canalizo que a partir del 13 de junio de 1834 ocupa por tercera ocasión la gubernatura del estado. Esta vez durante tres años (hasta el 27 de abril de 1837).
El nuevo gobernador decretó inmediatamente que «todos los individuos expulsos del estado pueden volver y disfrutar de todas las garantías sociales».38
Pero veamos qué sucede durante estos años con nuestros dos militares: Luis de Quintanar y Juan B. Domínguez.
El 28 de julio de 1834, a los pocos meses de la «vuelta de Santa Anna» Luis de Quintanar es nombrado comandante militar de la Plaza de Oaxaca, quizá como recompensa de su clara toma de posición a favor de Santa Anna39. En efecto, Luis de Quintanar, del 1º al 16 de julio de 1834, había conseguido sitiar la ciudad de Puebla, cuyas fuerzas cívicas mandadas por el gobernador Cosme Furlong, se habían pronunciado contra Santa Anna40.
Juan Bernardo, variadas las circunstancias políticas, regresó a México en septiembre de 1834 y continúo, durante unos meses, retirado del ejército, en San Juan del Río o Querétaro, hasta el 6 de febrero de 1835.
El coronel Domínguez no tenía muy buenas relaciones con Santa Anna, pero Luis de Quintanar abogaría en su favor y conseguiría que le ofreciesen un puesto digno de su grado y experiencia militar en el ejército.
Había participado activamente en la guerra de independencia con Iturbide (1821), fue comandante del 6º Batallón de Infantería en Jalapa (1822), luego se había unido al Plan de Casa Mata, estando en Jalapa (1823), había sido director del Colegio Militar de Perote (1824), y también fiscal del Supremo Tribunal de Guerra y Marina y vocal secretario de la Junta de Ordenanza (1824); después lo vemos en México al frente del 4º Batallón (1826). Finalmente aparece como comandante en Querétaro (1829) y luego en el pronunciamiento del Plan de Escalada (1833). No eran pocos sus méritos en el ejército mexicano.
Es así como, el 6 de febrero de 1835, Juan Bernardo «volvió al servicio de infantería, por orden del Sr. Presidente, al mando del Batallón Activo de Oaxaca»41.

8. En el Batallón Activo de Oaxaca (1835-1836)

No era para Juan Bernardo un destino muy favorable el de Oaxaca. Pero, si quería incorporarse otra vez a la vida activa militar -habiendo estado oficialmente retirado desde 1829- no tenía más remedio que aceptar la orden presidencial.
Además, allí estaba, como comandante militar de la plaza, don Luis de Quintanar con quien le ligaban tantos lazos.
Siendo don Luis de Quintanar el comandante militar de la plaza de Oaxaca, tuvo lugar una seria revuelta de cuatrocientos soldados mixtecos que dirigidos por un tal Acevedo, cometían todo tipo de atropellos en la ciudad. Pretendían proclamar el restablecimiento de la federación. Aunque, al parecer, Luis de Quin-tanar contaba con una guarnición de 1500 hombres, no podía controlar la situación. Fue necesario que, después de trece días de haber comenzado la revuelta, el Gobierno Central enviase tropas al mando del general Canalizo -al que Santa Anna tenía tanta confianza- para resolver el problema. El encuentro de las tropas del gobierno con los mixtecos de Acevedo se efectuó en Etla, un lugar cercano a Oaxaca. Después de varias horas de combate, consiguieron apresar a los cabecillas que, por orden de Canalizo, fueron fusilados al día si-guiente.
Mathieu de Fossey, un francés que pasó por Oaxaca unos años más tarde, oyó contar a algunos oficiales de artillería, que el viejo general Quintanar, pedía de vez en cuando a los jefes de la guarnición del fuerte de Santo Domingo, que se suspendiese el fuego, pues impedía dormir a su pequeño hijo42. Indepen-dientemente de la veracidad o no del hecho, este dato nos da a conocer que don Luis de Quintanar tuvo descendencia de su esposa, doña Luisa de Garay y Arechavala. En su expediente militar se recoge la carta de un Antonio Quintanar, capitán retirado, hijo de don Luis de Quintanar, que fue nombrado albacea, y que el 30 de abril de 1840 reclamaba unas deudas del ejército a su difunto padre. Además, alegaba que debía de cuidar de una hermana doncella43.
De la estancia en Oaxaca de Juan Bernardo se conservan dos hojas de servicio, una de abril y otra de diciembre de 1835. En la segunda aparece un dato curioso. Se menciona que «su estado es casado con la señora doña Ignacia Quintanar el 19 de noviembre de 1821, con licencia del Sr. Iturbide». Es la única vez en la que aparece el nombre de Ignacia en todo el expediente militar de Juan Bernardo.
No parece que Ignacia haya acompañado a su marido a Oaxaca. Su séptima hija, Refugio, nació en Querétaro entre 1835 y 1836, según consta en su partida de matrimonio y en las actas de nacimiento de algunos de sus hijos. Lo más probable es que haya nacido entre febrero y septiembre de 183644. Más adelante veremos algo sobre la familia que formó con Pedro Argain, español y comerciante.
Así que, lo más probable es que Ignacia Quintanar haya continuado viviendo en Querétaro mientras sus hijos mayores recibían la educación primaria en un colegio.
No estuvieron mucho tiempo Luis de Quin-tanar y Juan Domínguez en Oaxaca. Al menos, en lo que respecta a Juan Bernardo, sabemos que «salió del Batallón Activo de Oaxaca» el 9 de abril de 1836. A partir de entonces queda «en calidad de suelto en varias comisiones en la ciudad de México».
En cuanto a don Luis de Quintanar, después de permanecer dos años y medio en Oaxaca45, lo vemos el 1º de noviembre de 1836 -todavía bajo la presidencia de Santa Anna- en la Plana Mayor y nuevamente en el Supremo Tribunal de Guerra. Este sería su último empleo.

9. En el Ejército del Norte (1836)

Juan Bernardo estuvo poco tiempo en México desde que llegó de Oaxaca. El primero de octubre de 1836 fue nombrado ayudante general e inspector del Ejército del Norte, en San Luis Potosí.
Eran momentos difíciles para México. A mediados de 1835 los colonos de Texas, en re-belión abierta, habían proclamado presidente de la «República de Texas» a Samuel Houston. Santa Anna comenzó a preparar la guerra a partir de entonces. Al principio los mexicanos iban de triunfo en triunfo, pero el 21 de abril de 1836 llegó la primera gran derrota en San Jacinto. Estando prisionero Santa Anna, firmó el tratado que daba la independencia a la República de Texas.
Cuando don Juan Domínguez se ocupó de su tarea en el Ejército del Norte, la frontera de México se había establecido ya en el río Bravo.
En este encargo estaría sólo tres meses pues en diciembre de 1836 «tuvo que regresar desde S. Luis Potosí a causa de una gran enfermedad de que fue acometido», dice su expediente.
Hasta entonces Juan Bernardo había gozado de una «salud robusta». Pero ahora, tendría que volver una temporada con su familia.

Notas

1 Cfr. el texto completo de este folleto en el Apéndice VIII, al final del libro.
2 ARRANGOIZ -cfr. p. 368- lo menciona entre «los hombres más ilustrados del país» que formaron parte de las Academias de la Lengua y de la Historia creadas por Santa Anna en marzo de 1835.
3 J. DOMÍNGUEZ, p. 1
4 J. DOMÍNGUEZ, p. 10, nota 4.
5 J. DOMÍNGUEZ, p. 11, nota 4.
6 J. DOMÍNGUEZ, p. 11-12, nota 6.
7 Cfr. ALAMÁN, vol. V, p. 604.
8 ALAMÁN, vol. V, p. 445, nota 10.
9 ALAMÁN, vol. V, p. 474, nota 20. Dice Alamán que «también entraron en los yorkinos los iturbidistas, siempre enemigos de los escoceses».
10 Cfr. ALAMÁN, vol. V, p. 477.
11 ALAMÁN, vol. V, p. 479.
12 Cfr. Secretaría de la Defensa Nacional, Archivo Histórico, expediente del general de división don Luis de Quintanar, nº XI/III/1-163, tomo I (174 fojas), f. 102.
13 J. DOMÍNGUEZ, nota 4.
14 Se pueden ver datos muy interesantes sobre la vida militar de esos años en M. SUÁREZ- J. R. JIMÉNEZ, Constitución y Sociedad en la formación del Estado de Querétaro, vol. II: Constitución de 1833, Estudio introductorio, Instituto de Estudios Constitucionales, Gobierno del Estado de Querétaro, Querétaro 1993, p. XLVII a LV.
15 Cfr. la obra -fundamental para conocer la historia de Querétaro en el siglo XIX- de don FERNANDO DÍAZ RAMÍREZ -tataranieto de Juan B. Domínguez y Gálvez-,Historia de Querétaro, vol. 1, Ediciones del Gobierno del Estado, Querétaro 1979, p. 78 y 79.
16 En la biografía de Sanjuanenses ilustres, preparada por la Srita. Beatriz Coellar, directora del Archivo Histórico Municipal de San Juan del Río, se afirma que era originario de San Juan del Río. Sin embargo, no aparece en esas fechas su partida de bautismo en el Archivo de la Parroquia de San Juan. En cambio, en su partida de matrimonio, se dice claramente que era originario de Querétaro (cfr. AJ, c-46, f. 50 v., partida 176).
17 Cfr. AJ, c-46, f. 192 a 192 v., partida 213.
18 AYALA, p. 117 a 121.
19 AYALA, p. 117 a 121.
20 Cfr. ALAMÁN, vol. V., p. 488 y 489.
21 ALAMÁN, vol. V, p. 623 (documento nº 26 de los apéndices).
22 Cfr. Secretaría de la Defensa Nacional, Archivo Histórico, expediente del general de división don Luis de Quintanar, nº XI/III/1-163, tomo I (174 fojas), f. 98 y 99.
23 EXPEDIENTE, f. 35.
24 Cfr. BRAVO UGARTE, vol. III, p. 175.
25 Archivo de la Parroquia de Santiago (de la cual dependía Santa Ana), Libro 7º de Bautismos, f. 40.
26 Cfr. el facsimil de dicho documento en SUÁREZ, M.- J. R. JIMÉNEZ, Constitución y Sociedad en la formación del Estado de Querétaro, vol. II: Constitución de 1833, Estudio introductorio, Instituto de Estudios Constitucionales, Gobierno del Estado de Querétaro, Querétaro 1993, p. 326-331
27 Cfr. BRAVO UGARTE, vol. III, p. 178.
28 Cfr. BRAVO UGARTE, vol. III, p. 181.
29 Cfr. Secretaría de la Defensa Nacional, Archivo Histórico, expediente del general de división don Luis de Quintanar, nº XI/III/1-163, tomo I (174 fojas), f. 1 v.
30 Cfr. ALAMÁN, vol. V., p. 488 y 493 y 494.
31 Cfr. EXPEDIENTE, f. 35.
32 Cfr. EXPEDIENTE, f. 35.
33 Cfr. FERNANDO DÍAZ RAMÍREZ, Historia de Querétaro. Tomo I, Ediciones del Gobierno del Estado, Querétaro 1979, p. 99-101.
34 AYALA, p. 160.
35 Cfr. E. OLAVARRÍA Y FERRARI -J. ARIAS, México a través de los siglos, vol. IV, 12ª edición, Editorial Cumbres, México 1975, p. 327. Cfr. también M. SUÁREZ- J. R. JIMÉNEZ, Constitución y Sociedad en la formación del Estado de Querétaro, vol. II: Constitución de 1833, Estudio introductorio, Instituto de Estudios Constitucionales, Gobierno del Estado de Querétaro, Querétaro 1993, p. LII.
36 Cfr. la crónica completa del suceso en el Apéndice VIII.
37 Cfr. M. SUÁREZ- J. R. JIMÉNEZ, Constitución y Sociedad en la formación del Estado de Querétaro, vol. II: Constitución de 1833, Estudio introductorio, Instituto de Estudios Constitucionales, Gobierno del Estado de Querétaro, Querétaro 1993, p. LII. El facsimil de este informe se puede encontrar en esta misma obra, p. 376-379.
38 Cfr. FERNANDO DÍAZ RAMÍREZ, Historia de Querétaro. Tomo I, Ediciones del Gobierno del Estado, Querétaro 1979, p. 151.
39 Cfr. Secretaría de la Defensa Nacional, Archivo Histórico, expediente del general de división don Luis de Quintanar, nº XI/III/1-163, tomo I (174 fojas), f. 1 v.
40 Cfr. BRAVO UGARTE, vol. III, p. 186.
41 Cfr. EXPEDIENTE, f. 35.
42 Cfr. MATTHIEU DE FOSSEY, Le Mexique, Henri Plon, Paris 1857, p. 358-360. Se trataba, más bien, de la hija menor de don Luis.
43 Cfr. Secretaría de la Defensa Nacional, Archivo Histórico, expediente del general de división don Luis de Quintanar, nº XI/III/1-163, tomo I (174 fojas), f. 146-147. El capitán don Mariano Sánchez fue apoderado del albacea (cfr. f. 149). Al parecer Luis de Quintanar murió intestado (cfr. f. 170).
44 La partida de matrimonio dice claramente que nació en Querétaro, aunque desde su infancia vivió en San Juan. Cuando se casó con Pedro Argain, el 10 de septiembre de 1855, tenía diecinueve años de edad, por lo tanto debió nacer entre el 10 de septiembre de 1835 y el 10 de septiembre de 1836 (cfr. AJ, c-46, f. 190 v., partida 206).
45 Cfr. Secretaría de la Defensa Nacional, Archivo Histórico, expediente del general de división don Luis de Quintanar, nº XI/III/1-163, tomo I (174 fojas), f. 1 v. Durante su estancia en Oaxaca, tuvo lugar la firma del tratado de independencia de Texas después de la guerra perdida por Santa Anna.

Ilustraciones

- Plano de la ciudad de Santiago de Querétaro en 1796, anejo a la Ordenanza propuesta por el corregidor de Letras don Ignacio Ruiz Calado. En la calle del Tesoro -muy cerca de la plaza de San Francisco- vivieron los Domínguez Quintanar en 1830.
- En la calle del Tesoro, situada entre la calle de San Antonio y la plazuela del Carmen, vivían los Domínguez Quintanar en 1830.
- Acta de pronunciamiento de la Guarnición de la Villa de San Juan del Río (14 de junio de 1833). Don Juan Domínguez estuvo al frente del pronunciamiento -en San Juan del Río y luego en Querétaro- contra las medidas del gobierno que lesionaban los derechos de la Iglesia y del Ejército.

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